Por la cada vez más alarmante escasez de dólares en la economía local, el Gobierno tiene problemas para pagar las importaciones de energía. No es un percance desconocido, pero su agudización ya preocupa sobremanera en despachos oficiales. En las últimas dos semanas el Banco Central (BCRA) no liberó en tiempo y forma los dólares para pagar dos cargamentos de Gas Natural Licuado (GNL) que tenían como destino las terminales Escobar y Bahía Blanca.
El buque Ibérica Knutsen, de bandera de Noruega, provisto por la española Gas Natural, aún permanece boyando frente a las costas uruguayas de San Ignacio a la espera de que se concrete el pago, que recién se acreditaría el lunes según la promesa oficial. A su vez, los sistemas satelitales ubicaban durante el fin de semana al barco Polar Spirit, de bandera de Bahamas, también navegando frente a Punta del Este, con GNL para la planta regasificadora ubicada al norte de la provincia de Buenos Aires.
El origen del deterioro de la balanza comercial obedece –según reconoció la presidenta Cristina Kirchner hace dos semanas en Tecnópolis por el Día de la Industria– al incremento del déficit energético, que este año superará los US$ 6 mil millones, según cálculos privados. El Gobierno empezó en 2011 a cuidar los dólares para pagar la energía importada. Pero ni siquiera con el cepo las divisas son suficientes para cancelar esos compromisos. La factura del gas importado que lleva por barco ascendió hasta los US$ 2.367 millones durante los primeros siete meses del año, según datos de la Secretaría de Energía.
La demora para cancelar los cargos del GNL vino acompañada también por la cancelación de dos barcos de gasoil que preveía traer Cammesa, la compañía que administra el mercado eléctrico, para generar energía. La decisión se explica además por las benévolas temperaturas registradas en el invierno.
Con todo, el Gobierno deberá enfrentar costosas penalidades por postergar el pago del gas importado. Los contratos firmados por Enarsa, la empresa estatal de energía, encargada de financiar esas operaciones, prevén una multa del 0,15% del precio del cargamento por cada día de retraso en el despacho del combustible. Cada carga de LNG cuesta alrededor de US$ 50 millones. Es decir que por el incumplimiento el Gobierno debe pagar US$ 75 mil. La fecha de descarga del Ibérica Knutsen estaba prevista para el 15 de septiembre, por lo que la multa que le pesa a Enarsa ya ronda el millón de dólares.
“La compra se concretará esta semana”, explicaron en una empresa de tradeo de combustibles. A pesar, la situación podría repetirse en los próximos meses. Juan Carlos Fábrega, presidente del BCRA, ya avisó que no autorizará el pago de más de dos barcos de GNL por semana. Durante el invierno estaba previsto el ingreso de una carga cada cinco días a la terminal de Bahía Blanca y otras tantas a la de Escobar.
Es probable también que en las altas esferas del Gobierno haya algún funcionario fastidiado. Es que al tratarse de un invierno cálido, desde fines de julio comenzó a sobrar gas en los gasoductos porque -con temperaturas por encima de la media histórica- las cargas de GNL planificadas resultaron excesivas; máxime cuando la demanda del sector industrial transita por una meseta decreciente.
Hace poco conte una anécdota sobre un caso de restricción de dólares, esto no hace mas afirmar que la situación sigue compleja, que la devaluación es un hecho tarde o temprano, que mientras siguen emitiendo pesos y el gasto este descontrolado, no tiene miras de solución, que las curvas de rendimiento de los bonos invertida y las tasas bajas, son cosas raras en nuestra economía, good show...
