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EL PAIS › OPINION
El modelo en colores
Dos cifras centrales en el discurso de Cristina. El aumento a los jubilados frente a debates pasados y presentes. Un repaso sobre el “modelo” y sobre el supuesto “ajuste”. Moyano y la Rosada, el clásico del verano. Las paritarias, la lluvia, la política fiscal y otras aventuras del verano.
A mi manera (My way): Volvamos al eje de esta nota, al “modelo” o, mejor aún, a la política (económica, entre otras) del kirchnerismo. El ex presidente Carlos Menem les pasaba por arriba a las movidas de protesta: “Ramal que para, ramal que cierra”. Fernando de la Rúa alegaba no saber que se estaba matando gente en la Plaza de Mayo e inmediaciones. El oficialismo responde de otra(s) manera(s). No está a la cabeza de la protesta social activa, es algo vedado en general a los gobiernos. Tal vez, en otro mundo, esa regla fue contradicha por los guardias rojos de Mao Tsé Tung, si se permite un anacronismo o una ironía. Sin repetir el precedente, el kirchnerismo adecua sus tácticas con una mirada en la sociedad civil.
La diversidad de los cuadros del Frente para la Victoria pinta una gama mucho más amplia que la de sus competidores. Leonardo Grosso, joven militante del Movimiento Evita y un tenaz denunciante de la masacre de La Cárcova, es diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Integró la misma lista que Facundo Moyano, joven excepción a la pobre cosecha gremial en las boletas electorales. Entraron al Congreso junto a otros diputados, digamos, más convencionales. Pero forman una tensa diversidad que se magnifica en el escenario institucional de la provincia, con el activo papel del vicegobernador Gabriel Mariotto. Lo que puede añadir conflicto, riqueza, debate interno, síntesis superadoras o desestabilización. Todo menos un monótono horizonte bicolor.
El “modelo” y la política son magmáticos, que no erráticos. Pilares de la política económica, como la Asignación Universal por Hijo o la sepultura de las AFJP, son incorporaciones tardías, bien entrado el primer mandato de Cristina Kirchner.
Una viga de estructura es la búsqueda de legitimidad masiva a través de la satisfacción de intereses tangibles.
El kirchnerismo no revocará ese rumbo, porque tal es su ideología y porque le rindió jugosos frutos. La hipótesis de que se le compliquen las cosas o se le acabe la cuerda siempre está vigente, hasta ahora no se concretó.
El año estará signado por las dificultades endógenas de la economía local y el contexto internacional, categorías que no es sencillo escindir.
Algunos pronósticos prevén un crecimiento más que pasable de la economía local. Mario Blejer (ex banquero central, un hombre del establishment financiero con pensamiento propio, rara avis) explicó esta semana que avizora un crecimiento del PBI del orden del 6 por ciento, uno menor pero sostenido en Estados Unidos, recesión en Europa. Un pronóstico muy similar al de los especialistas del Banco Central, accesible en su página web. Ya que estamos, otra prueba de que nada es uniforme, ni siquiera en el sacudido Primer Mundo.
Por otro lado, llueve y eso mejora las chances del sector agrícola ganadero y del fisco nacional. Paradoja y carencia, todavía hay que mirar al cielo para saber el destino común, límites de un modelo demasiado primarizado.
Entre tanto, el Estado aprieta las clavijas a los importadores, a las multis que remesan divisas a sus países de origen, a los bancos, a las petroleras. Raro espécimen de ajuste, comparado con los que asolaron las pampas.
De otro color, pongamos para cerrar.
mwainfeld@pagina12.com.ar