Zeus escribió:Disculpen el OT, voy a contar una pequeña historia:
Hace varios años yo iba a laburar en auto y le ofrecí a un amigo que laburaba conmigo y viajaba en el tren como ganado pasarlo a buscar por su casa y llevarlo para sacarlo de ese padecimiento. A mí me daba lo mismo porque su casa me quedaba de paso y jamás le pedí un mango para la nafta ni nada, total yo igual iba con el auto con o sin él. Así estuvimos un año y medio hasta que un día, por razones personales que no vienen al caso pero que él conocía, tuve que cambiar mi recorrido y le avisé un mes antes: "mirá, no te voy a poder llevar más porque cambio el recorrido". El flaco empezó a bardear diciendo que "como lo cagué así", "que él ya estaba organizado de esa manera", que tenía que madrugar, que los horarios y no sé cuantas bolude.ces más... ahí mismo me saltó la cadena, paré el auto y lo hice bajar bajo amenaza de boxearlo.
Moraleja: hay gente que lejos de agradecer los beneficios de un favor desinteresado, lo toman como una obligación del otro. Y en lugar de callarse la boca cuando esta situación se termina y agradecer el provecho que le sacaron, salen a reclamar como si la buena voluntad del otro fuese una especie de derecho adquirido en favor de ellos.
Fin del OT.
La diferencia entre el hambre y la voracidad radica en que si al hambre le das de comer, se calma; en cambio si a la voracidad le das de comer no sólo no se calma sino que pide más.