Mensajepor dfrezza » Dom Jun 13, 2010 12:31 pm
Hágase el esfuerzo de cierta abstracción subjetiva, en el sentido de apartar por unos segundos los factores pasionales. El Gobierno, así se opine que es entre malo y horroroso, presenta un modelo equis de país y medidas mejores o peores en dirección con eso. Es algo concreto, visible, respecto de lo que se está a favor o en contra en sus diferentes graderíos. Y está el caso de los que se ubicarían a su izquierda, pero no para juzgar ahora si acaso no concluyen siendo la izquierda de la derecha o un mero divague parlanchín. Proyecto Sur, los grupos del trotskismo, poco más. Tienen propuestas que también son específicas, directas. En cambio, esta gente del aunado opositor: los radicales, los menemistas, algunos socialistas, los ex duhaldistas, los panradicales, los panperonistas, ¿dinamitan al Gobierno para reemplazarlo por qué cosa? Y es aquí donde sí cabe agregar al resto de los factores de poder de la oposición, con los grandes medios y “el campo” encabezando a un establishment en el que también el sector industrial da muestras de animadversión contra el oficialismo.
Lo contradictorio de esos sectores es que los números de la economía siguen dándoles a favor. Continúa el récord de producción y venta de autos, lucen orgullosos su “cada vez más pujante” Expoagro, creció casi un 7 por ciento el consumo de servicios… ¿En qué quedamos? Es obvio que sus aspiraciones de máxima pasan por un retorno a las líneas-guía de los ’90, pero eso choca contra este esquema de reactivación del mercado interno con el que les va muy bien. ¿Qué quieren, entonces? Se diría que más o menos esto mismo, pero sin los Kirchner porque les joden algunos o varios negocios. Sin embargo, eso (les) conlleva otro problema, porque son los Kirchner, más cierta parte significativa del aparato sindical, más algunas políticas asistenciales devenidas de aquella reactivación que ellos transformarían en ajuste, lo que garantiza una alta cuota de paz social. ¿Quiénes “controlarían” a gremios y piqueteros? ¿Cobos? ¿Reutemann? ¿El hijo de Alfonsín? ¿Solá? ¿Macri? Ellos u otros en cuanto a lo que (no) significan como poder fuerte, como estructura de tal. ¿No sería mejor hablar en serio?
Para cerrar, es necesario volver al oficialismo porque al fin y al cabo es eso mismo, es lo que gobierna, lo que más determina. ¿Se puede gobernar con la prensa casi hegemónica en contra, con gran parte de la Justicia en contra, con todo “el campo” en contra, con toda la oposición en contra salvaje y con casi todo el resto de los agentes de poder a punto de contrariar? Se supone que sí, en tanto y cuanto se constituya un contrapoder enorme sostenido en restitución de confianza y movilización de sectores populares y capas medias. ¿Quieren los K? ¿Están dispuestos?
Buenas preguntas. No tenemos las respuestas.