Los impuestos siempre deben ser pagados, más allá del buen uso que el administrador de turno haga de los recursos obtenidos. Este concepto así expresado puede ocasionar extrañeza y en ciertos casos reacción de muchos , seguramente por la falta de una correcta información acerca del funcionamiento del sistema tributario.
La evasión no sólo es una conducta antijurídica, sino también un comportamiento antisocial.
Para combatir este comportamiento perverso, que es la evasión tributaria, resulta necesario eliminar ciertos mitos que tradicionalmente han confundido a la sociedad.
Tales mitos, que por su permanencia obtuvieron un gran arraigo en la población, hicieron que la evasión se transformara en un fenómeno social carente de reproche. Este fenómeno dio lugar a una gran confusión donde las frases: “para qué pagar impuestos si el Estado dilapida” y “para qué pagarlos si el de arriba se los roba”, convalidaban el verdadero robo que se producía en contra de la sociedad.
El evasor no es un pobre ser, perseguido e indefenso, es jurídicamente hablando un delincuente sobre quien debe caer todo el peso de la ley y, además, merecedor de condena social por su actitud egoísta y carente de espíritu solidario con aquéllos entre los que convive. Él se queda con el IVA que pagamos.
El no pagar impuestos impide que el gobierno pueda disponer los recursos suficientes para cubrir las necesidades de la sociedad, por lo que es fundamental que se cumpla con esa obligación.
Como miembros de la sociedad, en legitima defensa, participemos activamente exigiendo siempre la factura por prestaciones o adquisiciones. No cuesta nada y contribuye al bien común.
La desgracia argentina es la corrupcion y la evasión y casi todos se hacen los distraidos....



