Mensajepor atrevido » Dom Jun 29, 2008 5:59 am
"El Banco Central ha logrado proteger la economía"
Por Martín Redrado
Para LA NACION
Redrado dice que el BCRA se preparó para los cambios de contexto
Si usted naufragara en medio del océano, enfrenta dos opciones: flotar o nadar. En ausencia de una brújula, flotar a la deriva se convierte en una opción: las corrientes y la marea podrían depositarlo en la playa. Pero si tiene brújula y un mapa, nada, ya que las corrientes marinas podrían ser pasajeras y estar alejándolo de la costa.
Bajo ese prisma deben analizarse las acciones del Banco Central de las últimas semanas. Si algo buscamos dejar en claro es que tenemos una estrategia integral, que ahora ha sido testeada frente a un cambio de escenario. Es decir: tenemos un mapa y también una brújula. Durante mayo hubo un cambio de portafolio en las preferencias de los ahorristas: menos títulos públicos, menos pesos y más dólares. La merma de la demanda de pesos, mientras se mantiene constante todo lo demás, significa mayor presión inflacionaria. La primera acción para robustecer esa demanda de dinero es, justamente, ofrecer al mercado todos los dólares que hagan falta. Desalentada la demanda especulativa de dólares, ya no habrá motivos para salir del peso.
El enfoque no es distinto en términos estructurales. La intervención cambiaria de las últimas semanas constituye un eslabón más del régimen de flotación administrada vigente desde hace más de seis años. Su principal fundamento es no adaptar la política a corrientes transitorias como el precio de las materias primas o el apetito de riesgo por parte de los inversores, que lejos de conducir al tipo de cambio a un nivel de equilibrio, pueden inducir una volatilidad innecesaria que resulta nociva para las decisiones de consumo, ahorro e inversión.
Cabe recordar que el ciudadano argentino promedio, que vivió tres crisis financieras severas en menos de 20 años, es adverso a las fluctuaciones bruscas, especialmente las del tipo de cambio. Mientras un deslizamiento del valor del dólar pasa inadvertido en cualquier sociedad del mundo, en nuestro país despierta en el imaginario popular fantasmas de crisis relacionados con el pasado. Ante esta evidencia, y sin proporcionar un "seguro de cambio", es prudente evitar cualquier euforia.
Con el objetivo excluyente de fortalecer la demanda de dinero, actuamos de manera secuencial. El primer paso fue estabilizar el mercado de cambios; sin ello, cualquier inyección de liquidez corría riesgos de alimentar una corrida especulativa. Desactivamos la intranquilidad, que involucraba principalmente a los ahorristas más pequeños. Moderamos las expectativas en el mercado cambiario, marcamos una clara tendencia hacia delante, operando tanto en el mercado contado como en el de futuros. La demanda de pesos se ha fortalecido, echando por tierra la tendencia depreciatoria. Las derivaciones positivas se sienten sobre las expectativas en el mercado monetario que comienza a mostrar un incremento de los depósitos del público.
Logrado el objetivo inicial, comenzamos el proceso de recomposición de la liquidez en pesos, a fin de garantizar la cadena de pagos. A través de un amplio conjunto de medidas, dejamos en claro que están abiertos todos los canales para asegurar la disponibilidad de recursos líquidos. Además de la ampliación de las operaciones de pase, actuamos mediante la recompra de nuestros propios títulos (Lebac y Nobac) y la renovación parcial de sus vencimientos. La acción se completó con la participación en el mercado de títulos públicos mediante compras liquidables en pesos y en dólares en el mercado secundario, algo que realiza la mayoría de los bancos centrales dentro de sus operaciones de mercado abierto con el fin de estabilizar el mercado monetario. Este accionar confirma la consistencia de nuestra estrategia integral, establecida más allá de las coyunturas, bajo un esquema de administración de riesgos. El cambio observado reside en que enfrentamos un escenario diferente: las decisiones adoptadas se enmarcan en un enfoque ya vigente, que se resume en tres pilares: 1) un esquema anticíclico que permite mitigar vulnerabilidades y acotar la volatilidad macroeconómica; 2) una política monetaria robusta y consistente que garantiza el equilibrio entre oferta y demanda de dinero, y 3) un régimen de tipo de cambio flotante administrado que brinda previsibilidad a todos.
Las políticas anticíclicas construidas a lo largo de los últimos años nos permitieron prepararnos para momentos como éstos. ¿Cómo hubiésemos reaccionado frente a un incremento brusco en la demanda de divisas, si en vez de contar con US$ 50.000 millones hubiésemos contando con 20.000 millones? ¿Qué hubiera pasado si el sistema no estuviese saneado, con bancos aún devolviendo redescuentos, con balances dolarizados y repletos de títulos públicos? No sólo nuestra respuesta hubiese sido menos contundente sino que, en ausencia de mecanismos preventivos, el desalineamiento hubiese sido aún más pronunciado. En tiempos de amplia liquidez, diseñamos instrumentos para absorber el exceso de fondos y mantener bajo control el crecimiento de los medios de pago; en tiempos como los actuales, utilizamos los recursos acumulados para limitar cualquier disrupción del sistema y sus efectos sobre las decisiones de familias y empresas. La política de esterilización generada en los últimos años posibilitó nuestro trabajo actual: las fluctuaciones de las variables monetarias y financieras resultaron acotadas.
En definitiva, no debemos mirar el presente con el espejo retrovisor: la situación actual no tiene ningún paralelo con las experiencias pasadas. El Banco Central, por primera vez en décadas, ha creado una efectiva protección para nuestra economía ante cambios de contexto. Sin dudas, ésta es la mejor contribución para consolidar un crecimiento sustentable con inclusión social.
El autor es presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA).