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dewis2024 escribió: ↑ Kirchnerismo explícito. Gentuza con la cabeza quemada con paco, ideas decadentes, aspiracional de marrón berreta, moralidad menos q dudosa...
Estos son los q marchan, esta basura e inmundicia es la que toca vencer y enterrar este año
No son rehabilitables. ESTÁN CONDENADOS
ASCO PRODUCEN
DiegoYSalir escribió: ↑ van cayendo
fijate que hace como 2 meses murio sinatra reciclado
y tiempo antes el wasca, muerto en combate
queda solo mamyf que tiene 20 años y puede aguantar un par de semanas todavia pero incluso el lewis esta venido abajo, antes salia al cruce a quebrarte, ya tiene menos pilas, apeeeenas insulta, ya no levanta la guardia cuando le llenan la cara de dedos, les queda poca cuerda a este chirolita...
el libragates esta destruyendo lo poco de credibilidad que le quedaba, que no decaiga viejo!!!
TucoSalamanca escribió: ↑ Hace muchas horas no aparece mamyf. Le habrá agarrado la cag adera ya?
TucoSalamanca escribió: ↑ Se va el dólar a la mier, nos quedamos sin reservas y salen los trolls del gobierno a hablar de Maradona. Típica maniobra de distracción de los trolls Garramelajapi, termolitano y diegoGyT
wite38 escribió: ↑ ¿Y la orina de Maradona?
LOS ÁNGELES -- El doctor Aurelio Pérez Teuffer nunca perdía la paciencia. Ese día ocurrió. Fue vía telefónica. Julio de 1986. Difícil precisar si gritó. Ciertamente, alzó la voz.
"Los estuvimos esperando. Y nunca llegaron. Cuando quisimos llevarlos, ya estaban viajando a Argentina. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Contento?", estableció con ese tono de voz imperativo que usaba cuando la cortesía quedaba de lado.
"¿Ha sabido de algún campeón del mundo al que se le haya hecho el examen antidoping?", agregó para dejar en claro que no era la primera vez ni sería la última.
--¿Quiénes fueron los jugadores sorteados?
"Eso no se lo voy a decir. Eso debe informarlo FIFA. FIFA fue notificada de esto y FIFA no hizo nada. Su minuto terminó. Gracias", y enseguida sólo llegó ese zumbido largo de que la llamada había terminado.
Aurelio Pérez Teuffer fue una eminencia médica. Su voz en los congresos especializados de FIFA era reconocida y demandante. En México, era considerado el pionero de la medicina deportiva y en algunos casos extra futbolísticos se le consideraba milagroso por las manos mágicas para devolver vida a extremidades presuntamente muertas.
Había sido una larga búsqueda de la entrevista. Una secretaria con voz y astucia de extenso kilometraje, tenía un largo repertorio para establecer que Aurelio Pérez Teuffer era inaccesible para el reportero.
Desde un "no ha llegado", hasta un "ya salió", pasando por un "ya no regresa", hasta el "ya tiene su teléfono el doctor", sin dejar de lado "en cuanto sea posible le llamamos", y aterrizando en el definitivo "tiene todas sus citas llenas".
Finalmente, un día, esa voz femenina se tomó un receso y el mismo Pérez Teuffer tomó la llamada. Demasiado cortés para colgar, pasó del cálido "buenas tardes", al áspero "no tengo tiempo dígame qué necesita".
La encomienda personal, no directamente del diario El Heraldo, sino por una fijación, buscaba sastifacer esa asignatura pendiente.
Y la primera pregunta fue con trampa, aseverando algo que era sólo una sospecha: "¿Por qué no se hicieron los exámenes antidoping a la selección de Argentina?".
"¿Cómo sabe usted que no se hicieron?", espetó Pérez Teuffer.
"Lo confirmó la gente del laboratorio en el Estadio Azteca", se le explicó.
Y fue entonces cuando ese tono de voz que usaba para tranquilizar espíritus preocupados por enfermedades, cambió radicalmente. Y Aurelio Pérez Teuffer, responsable de la Comisión de Antidoping del Mundial México 1986 aceptó que la selección de Argentina, consagrados dioses de la mano de Diego Armando Maradona, no se presentaron a entregar su mundana muestra de orina.
En una carambola a tres bandas, al pretender escribir el artículo, que parecía interesante en ese momento, la respuesta fue un "no tiene relevancia". Los garabatos en las hojas de papel se fueron a reunir en algún momento y en algún lugar, con el material asignado y no utilizado para las muestras de orina de Argentina y Alemania.
Por aquel entonces, apenas entre los periodistas argentinos circulaban sin confirmarse, y sin atreverse, algunas correrías de Maradona con el Nápoles, que después serían corroboradas en algunas de sus numerosas biografías no autorizadas.
Nadie sin embargo, se hubiera atrevido a poner en duda la integridad sobre lo que entonces ingería el "Barrilete cósmico", como le bautizó en el paroxismo de su narración el uruguayo Víctor Hugo Morales, cuando marca aquel segundo gol a Inglaterra, sembrando la cancha de maniquís ingleses incapaces de detener la galopada elegante y letal del Pelusa, y que aún recuerdo claramente cómo detrás de mí, en la tribuna de prensa, Onésimo, Cherquis Bialo, Natarlio Gorín y Juvenal, monstruos del periodismo argentino se abrillantaban la mirada y gritaban "este hijo de pu...", y ese día aprendí que semejante maldición puede ser la bendición suprema entre los argentinos al bautizar a su máximo dios, con la máximo maldición entre los mexicanos.
Y sí, ese "hijo de pu..." le había regalado al mundo el gol más puro de la historia del futbol, hecho con el aura de potrero, con el espíritu mayúsculo del genio. Y claro a quién le importaba si iban o no al antidopaje, después de ese balón, el único que los mastines trogloditas alemanes le dejaron disponible en 90 minutos a Maradona y que él mismo entregó a Jorge Burruchaga ante un orfeón cataclísmico de 124 mil gargantas que en su aullido colectivo seguían enardeciendo, sí, a los alemanes.
¿Y a qué viene esta remembranza personal?
La despertaron de su polvoriento sepulcro los pelitos protagonizados esta semana, en el vodevil perfecto de vecindad y chismes, el mismo Maradona y su presidente Julio Grondona, ambos, claro, miembros de esa cruzada gloriosa del balompié albiceleste en México, país que ha sido sede privilegiada de las dos exaltaciones máximas de los dos mejores jugadores del mundo: Pelé en 1970, y el maravilloso "Barrilete cósmico" o "hijo de pu..." de 1986.
Y resulta ahora que Maradona acusa a Grondona de estar al tanto, de incentivar, de cobijar y de prohijar, el uso de sustancias prohibidas a través del "café veloz" para eliminar a Australia en el repechaje de 1993 de cara al Mundial de Estados Unidos 1994, y además, curiosamente, subraya que en ese doble encuentro no hubo pruebas de antidoping ni en Sydney ni en Buenos Aires.
"Lo que pasa es que para jugar con Australia te daban un café veloz. Al café le ponían algo y por ahí corríamos más", asegura Maradona.
Bueno, y Grondona, sin desmentir a Maradona, riposta en una lucha a ver quién queda más sucio y humillado de los dos, sin darse cuenta que en realidad están arrastrando en la podredumbre al futbol de mayor peso a nivel mundial en la historia, y si no, en este momento, hay que ver lo que hacen genios como Lionel Messi o ejecutores como Carlos Tévez en las mejores pistas del mundo.
Grondona específicamente dice: "Impedimos el control de doping para proteger a Maradona".
Y Maradona riposta: "Grondona nos dijo una semana antes que podíamos tomar la sustancia que quisiéramos porque no iba a haber antidopaje (en los juegos ante Australia)".
Esta guerra de denuncias, de soltar estiércol en un ventilador con velocidad de hélice de avión, despertó aquella referencia del respetable Aurelio Pérez Teuffer.
Y queda la frase final de la charla con el médico de cabecera del futbol mexicano en ese entonces, porque demuestra simplemente, una más de las impunidades que toleró ¿o tolera? ¿o tolerará? FIFA.
"¿Ha sabido de algún campeón del mundo al que se le haya hecho el examen antidoping?"
Usted doctor Pérez Teuffer, se llevó la gran respuesta ese 24 de julio de 1994 cuando personas inválidas en México perdieron al único hacedor de milagros, aunque no logró el milagro de que Argentina entregara las muestras mundanas de orina de sus dioses futbolísticos.
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