Mensajepor quique43 » Mar Nov 09, 2021 6:34 pm
La nota de Agustín Monteverde comienza desde acá:
Emisión de dinero sin control y respaldo, la irresponsabilidad del político que cree que el dinero sin respaldo tiene valor, pero lo único que hace es generar inflación y pobreza.
Agustín Monteverde:
Se ha convertido en un lugar común, entre periodistas y funcionarios, referir a la modesta tasa de crecimiento de la base monetaria en lo que va del año. Con ese argumento, desde el oficialismo defienden la existencia de una supuesta inflación estructural, desligada del fenómeno monetario subsecuente a la expansión del gasto fiscal.
En apariencia, no faltarían razones para sostener un desacople de la tasa de inflación respecto de la tasa de crecimiento del circulante. Si tomamos la base monetaria al día 18 de octubre, podemos ver que su expansión durante 2021 es de apenas 18,4 %. El crecimiento nominal frente a idéntico día del año pasado es 27,9 %. Estos valores poco respaldo darían a los precios al consumidor, que a fin de septiembre acumulaban una suba de 37 % en lo que va del año y de 52,5 % en los últimos doce meses.
Por supuesto, este aparente desenganche (que se extendería también a la evolución del mercado cambiario) da espacio a toda una narrativa que navega entre conceptos tales como ‘la restricción externa’, ‘los abusos en las cadenas de comercialización’ y los infaltables ‘golpes de mercado’.
Una primera aclaración que corresponde hacer es que hay un lag de carácter estructural (cuya extensión varía de acuerdo al grado de aceleración de las variables) en la transmisión del aumento de la cantidad de dinero sobre los niveles de precios. Otro elemento a considerar es que los agentes económicos toman decisiones con base en lo ocurrido en las variables fundamentales y también según lo que perciben que va a ocurrir. En cuanto a lo que acá tratamos, además de la expansión de la liquidez ocurrida toman en cuenta la aceleración que sobrevendrá.
El BCRA emite mes tras mes una cantidad de dinero mucho mayor que la que queda reflejada en el renglón base monetaria.
Pero es necesario advertir otra cuestión que suele pasar desapercibida: el renglón base monetaria del balance del BCRA no mide el total de la emisión primaria de dinero (por primaria referimos a la efectuada por el Banco Central y no a la que resulta del multiplicador bancario). En realidad, el dinero emitido por el Central excede largamente lo consignado en ese renglón. Y ello es así en virtud de la propia actuación del organismo monetario tendiente a esterilizar una parte sustantiva de lo que emite a efectos de evitar (más bien corresponde decir postergar) su materialización en los precios.
Es decir, el BCRA emite mes tras mes una cantidad de dinero mucho mayor que la que queda reflejada en el renglón base monetaria; lo que ocurre es que en su mayor parte es esterilizada (reabsorbida) a cambio de perder el señoreaje. La pérdida del señoreaje implica pasar a pagar intereses por los instrumentos emitidos, mientras que por el dinero puro emitido, en sentido estricto, no se pagan intereses. El agregado relevante a monitorear para conocer la evolución de la oferta primaria de dinero es entonces la base monetaria amplia, que incluye (además del circulante) la deuda cuasifiscal: Leliq, pases y todo otro pasivo remunerado de cortísimo plazo.
La base monetaria estricta ascendía al 18 de octubre a $ 2,9 billones. Los pasivos remunerados de cortísimo plazo totalizaban $ 4,4 billones. Es así que la base amplia sumaba $7,3 billones. Debe tenerse en cuenta que los pases y Leliq constituyen deudas de corto plazo, a siete días o menos. Cuando consideramos la evolución de este agregado nos encontramos entonces con una realidad monetaria muy diferente a la publicitada. Al 18 de octubre, la emisión primaria durante el corriente año había trepado 34,5 %, una cifra mucho más consistente con la inflación acumulada de 37 % que aquel 18,4 % en que se expandió la base estricta. La expansión interanual de la base amplia a ese día era de 44,3 %, mucho más que el 27,9 % en que lo había hecho la base estricta y más cercano al 52,5 % que había marcado la inflación en esos doce meses.