Mensajepor walterhunter » Vie Nov 22, 2019 1:45 pm
Mientras la dupla presidencial entrante sigue tratando de llenar los casilleros del próximo gabinete, varias son las propuestas que por estos días reciben Alberto Fernández y Cristina Kirchner para el área energética.
Más que nada, para Vaca Muerta, considerada "la joya de la Corona" por los miles de millones de dólares que su desarrollo pleno podría acercar a la Argentina y que servirían para mejorar la inestabilidad económica, además de apuntalar las negociaciones con los acreedores internacionales, incluyendo al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por estas razones, expertos en energía cercanos al presidente electo trabajan en distintas estrategias para seguir impulsando la zona y, del mismo modo, blindarla de las inestabilidades y vaivenes de la economía doméstica con el objetivo de atraer inversores, en especial de Estados Unidos.
Entre esas propuestas, se destaca la que pretende sacar al mega yacimiento del encuadre de la Secretaría de Energía, hoy bajo el paraguas del Ministerio de Hacienda, para convertirlo en un organismo autárquico o dependiente de un eventual Ministerio de Economía, pero siempre con fondos propios.
Según los diseñadores de esta alternativa, Vaca Muerta podría fondearse a partir de la creación de un fideicomiso que no sería afectado por posibles devaluaciones, vaivenes inflacionarios o cambios de normas legales en las políticas energéticas y de hidrocarburos.
La idea fue acercada también al escritorio de Guillermo Nielsen, uno de los colaboradores del Frente de Todos con mayor conocimiento del tema y que tiene en claro que se trata de un fuente importante de dólares que se pueden inyectar rápidamente a la economía local y gestionar así la oferta de la divisa norteamericana.
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De esta forma, además, la Argentina podría negociar con mayor credibilidad y certeza la llegada de millonarias inversiones de compañías estadounidenses a la zona petrolera más importante en la historia del país.
Hasta ahora, solamente YPF y el Grupo Techint, a través de su controlada Tecpetrol, vienen apostando fuerte en Vaca Muerta, con inversiones cercanas a los u$s13.000 millones, de los cuales u$s10.000 millones corresponden a proyectos de la petrolera estatal que apuesta por un pleno desarrollo de la región.
El resto de las empresas que operan en la zona, incluyendo a extranjeras y locales como Pan American Energy (PAE), vienen encarando inversiones conservadoras para mantener su presencia, pero sin grandes proyectos a corto plazo.
El "modelo Chevron" en el ambiente
Es en ese marco que, quienes fomentan el fideicomiso, piensan en algo similar a lo que el anterior gobierno de Cristina Kirchner ya llevó a cabo cuando se negoció con Chevron para que la petrolera norteamericana desembarque en Vaca Muerta.
Se trató de un polémico acuerdo a libro cerrado que, suspicacias aparte, incluía varias cláusulas que le permitían a la empresa extranjera no quedar atada a la economía doméstica y a los corralitos de esa época, además de tener garantizado un precio del crudo diferente al local, y otras condiciones favorables para, a cambio, comprometer grandes sumas en inversiones.
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Fue, específicamente, un contrato armado para blindar el flujo de dólares que iban a ingresar al país de la mano de Chevron gracias al convenio firmado el 13 de julio del 2013 por ambas petroleras para la explotación de hidrocarburos no convencionales en el mega yacimiento ubicado en Neuquén.
El acuerdo generó controversias por sus alcances y por la polémica disputa judicial que la compañía norteamericana tiene en Ecuador por temas de daño ambiental.
Ahora, la idea sería intentar imitar lo que hacen otros países en materia de fomento de sus hidrocarburos con esquemas financieros que les permiten independizar el recurso de las condiciones de sus macro economías.
Un esquema en el que se piensa es en la creación de un fondo soberano alrededor de Vaca Muerta que le permita al próximo gobierno gestionar los recursos de esa zona y usarlos y administrarlos por fuera de las contingencias económicas y financieras locales.
La jugada tiene un doble sentido. Por un lado, ahorrar para los tiempos de vacas flacas y por otro, evitar que las exportaciones de crudo sean afectadas por dolencias provenientes de una alta inflación y una baja producción industrial, por ejemplo.
Una tendencia que crece en el mundo