Mensajepor gusararver » Vie Nov 28, 2014 4:45 pm
Déficit en alza y lluvia de “papelitos”
Artículo extraído del diario Clarín – Daniel Fernández Canedo
Para algunos será un “shock” y para otros un “show”, pero todos los analistas esperan que en diciembre el Gobierno emita otra montaña de pesos para cubrir el déficit creciente de las cuentas públicas.
Para dar una idea de magnitud, en lo que va del año la emisión para atender las necesidades de Tesoro estuvo entre $ 95.000 y $ 98.000 millones.
En diciembre, la emisión prevista superará los $ 40.000 millones en lo que constituiría el mayor shock emisor después del que le siguió a la aplicación del cepo cambiario de octubre de 2011.
Según lo que dicen los funcionarios, en el Gobierno no preocupa que esa masa de pesos pueda tener impacto en la inflación o la suba del dólar paralelo.
Sin embargo, el ministro Axel Kicillof dejó en claro que no sólo le preocupa sino, también, que actúa para que la emisión de pesos a mano alzada impacte lo menos posible.
Dos ejemplos claros son que, aún cuando Juan Carlos Fábrega dejó el Banco Central, Kicillof mantuvo altas las tasas de las letras (pagan 27% anual frente a un dólar oficial prácticamente inmóvil) y así absorbió más de $ 40.000 millones de los $ 98.000 millones ya mencionados.
Una cosa es lo que dice y otra la que hace y más aún en el caso del combate al dólar paralelo, frente al cual el Gobierno desplegó una acción de aprietes, denuncias, inspecciones y emisión de bonos atados al dólar oficial con seguro de cambio que congeló el mercado.
Y dio por clausuradas, por lo menos en el corto plazo, las operaciones “blancas” del dólar “contado con liquidación” que realizaban las empresas, en muchos casos para pagar compromisos externos ante la falta de dólares a precio oficial.
La profundización del cepo cambiario (los importadores aseguran que hay pagos demorados por entre US$ 4.000 y US$ 5.000 millones) llegó en un momento en el que el cambio de la perspectiva económica mundial obliga a los gobiernos a replantear estrategias.
Para América Latina, el cambio de escenario es muy potente y está asociado a la caída de los precios internacionales de las materias primas.
El hierro ya no cotiza a US$ 180 la tonelada cómo en la época dorada sino que está ahora en US$ 70. Y el cobre, que llegó a US$ 9.000 la tonelada cotiza en US$ 6.600.
Para la Argentina, ese tobogán de ingresos se puede imaginar teniendo en cuenta que la soja, que estuvo a US$ 600 la tonelada, cotiza en estos días a US$ 390 y el oro, lejos de los US$ 1.900 la onza troy, está en US$ 1.200. Todo para abajo.
La caída del superávit comercial es un dato relevante para una Argentina que el año que viene necesita unos US$ 12.000 millones para hacer frente a sus compromisos y que tiene cerrado el acceso al crédito.
Según un informe fresco del gigante financiero J. P. Morgan, que mira la economía de América Latina, en 2015 el superávit comercial argentino podría llegar apenas a US$ 4.500 millones, muy por debajo de los estimados US$ 8.200 millones que podría dejar este año.
Una posible caída de 45% en el superávit comercial prende luces amarillas más intensas en el ya delicado tablero del sector externo argentino.
Respecto de la posibilidad de que el Gobierno avance en enero en la negociación con los fondos buitre, en el Palacio de Hacienda hay funcionarios que dicen avanzar en un plan para hacerle una propuesta al 7% de los bonistas que quedaron fuera de los canjes y no sólo al fondo que ganó el juicio en la Justicia de EE.UU. y que reclama unos US$ 1.600 millones.
Pero, mientras tanto, dentro y fuera del Gobierno los comentarios se inclinan a creer otra cosa y más después del “ningún buitre financiero o carancho judicial me va a extorsionar” de la Presidenta. Consideran que la táctica de juntar algunos yuanes de China, algunos euros del Banco de Francia y la promesa de los exportadores de adelantar liquidaciones del año próximo reforzarían un poco las reservas del Banco Central y permitirían patear la pelota hacía adelante.
Esa táctica, que le permitiría ganar tiempo al Gobierno, estaría lejos de posibilitar una reactivación de la economía, pero podría ser la que prevalezca a un año de la salida de un gobierno que, por su política, paga una de las tasas de interés más altas del mundo.