Algunos dolares fruto de la exportacion no les vendria mal al gobierno....
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La producción vacuna argentina se vuelve a encontrar entre la espada y la pared. Por un lado, porque ante el eventual "agotamiento" de la demanda doméstica que se prevé para los próximos meses requiere la urgente remoción de todas las restricciones que impiden una mayor exportación de carne, que compense la caída interna y, por el otro, por el temor de las autoridades locales ante cualquier suba en los precios, especialmente de los productos de primera necesidad (como la carne), que creen les complicaría adicionalmente, la inflación.
El caso es que si no se puede volver a exportar lo más probable es que en los próximos meses la ganadería local salga de su actual nivel de casi estancamiento para volver a los niveles de liquidación que caracterizaron el 2009/10, y que implicaron la pérdida de cerca de una cuarta parte del rodeo nacional (unos 10-12 millones de cabezas).
Para el análisis hay datos que son clave. Por ejemplo, hoy el país se encuentra en uno de los niveles de ingesta de carne más alto que se tenga memoria, por encima de los 130 kilos por habitante y por año (lo que incluye unos 65 kilos de carne vacuna, y 11 kilos de cerdo, además de pollo y otras especies menores).
Al mismo tiempo, está en el piso histórico de exportación: según el especialista Ignacio Iriarte, apenas el 1,8% del comercio mundial, y por debajo del 6% de la producción de carne vacuna doméstica.
También, el titular de Informe Ganadero destaca que, respecto al precio de la carne al mostrador, hoy el productor ganadero tiene una de las participaciones más bajas de la historia con alrededor del 24%, contra el mínimo del 18% de fines del 99 (en las postrimerías de la era de Carlos Menem), y el máximo del 34% en 2002 "en plena devaluación que terminó con la convertibilidad", asegura.
A pesar de esto, los ganaderos apuestan al futuro de la actividad, entre otras cosas, por el mantenimiento de las muy buenas condiciones internacionales, con precios que están muy sostenidos y que mantendrán esa tónica.
Según datos internacionales, esto se debe al mayor crecimiento de la demanda respecto de la oferta (más de 1 punto de diferencia), lo que llevará a que el comercio mundial de carne suba más de 2 millones de toneladas llegando a superar los 10 millones de toneladas mundiales durante la próxima década. En este sentido, el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) proyecta que el consumo mundial de carnes crecerá a una tasa del 1,9%, con una expansión del comercio mundial de carnes del 22% hacia 2023.
Para respaldar esta posición se da cuenta que, además de los millones de personas que están ingresando anualmente a la clase media debido al crecimiento económico en regiones altamente pobladas, como China e India (y que inmediatamente incorporan las proteínas animales a su dieta), nacen otros 4,4 millones de personas por mes, en el mundo.
Esto, que pondría a la Argentina en un lugar destacado como proveedor mundial, y que es bien conocido por los productores locales, es lo que estaría frenando, hasta ahora, un nuevo achicamiento del rodeo que es impulsado por las condiciones locales que tienen "pisada" a la producción.
De hecho, y aunque hubo una recuperación parcial del rodeo tras la liquidación de hace 4 años, todavía la producción de carne se ubica por debajo de los 3 millones de toneladas anuales, cuando ya debería superar los 4,5 millones. El dato no es menor ya que, incluso, aunque la cantidad de cabezas faenadas no disminuyó en los últimos meses, los volúmenes están siendo inferiores, incluso, a los del año pasado, lo que se justifica por el menor peso de faena de la hacienda que se está mandando a mercado.
A esto hay que sumarle una productividad promedio mediocre que se ubica casi en la mitad de su potencial, debido a la falta de incentivos que viene sufriendo la producción.
Considerando entonces, ambos factores, la Argentina podría estar produciendo un volumen muchísimo mayor, sólo aumentando el peso de faena y la eficiencia, desde los bajos índices promedio actuales.
El futuro
De acuerdo con los parámetros que mencionó el extitular del IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina), Dardo Chiessa, en la reciente Jornada de Productores de Formosa, los principales factores que definirán el futuro del negocio pasan por:
• La evolución de la relación salarios, inflación y precios relativos de las diferentes carnes. De hecho, hasta ahora, los aumentos de los salarios y de algunos subsidios, junto con la menor suba relativa que registró el precio de la carne respecto de otros alimentos, permitieron que el consumidor fuera convalidando los aumentos, permitiendo mantener así relativamente altos los niveles de consumo doméstico. En junio también jugará a favor de la demanda de carne, el cobro del aguinaldo para quienes trabajan en relación de dependencia.
• La correspondencia entre costos de insumos, inflación y evolución del dólar. De hecho, a pesar de los aumentos registrados en la hacienda, las subas apenas permitieron que recupere parte del valor real que había perdido, aunque aún no la rentabilidad de entonces.
• Estacionalmente en el corto plazo habrá que prestar atención a la oferta de carne que puede ir apareciendo de los feedlots (que podría deprimir los precios).
• Otro elemento a considerar es que ante la incertidumbre de precios, y con un escenario inflacionario, pueden aumentar las posibilidades de que los productores tiendan a la retención de animales, como mecanismo de reserva de valor (en tanto y en cuanto estén las condiciones para ir vendiendo los granos de la cosecha 13/14).
Pero, sin duda, el gran factor desequilibrante que puede provocar el verdadero despegue de la ganadería con crecimiento es la eliminación de las restricciones para exportar, tanto cuali como cuantitativas (desde el 10%-15% de retenciones, hasta los ROE -permisos de exportación-, cupos, entre otros).
Pero esto requiere de una decisión política que se sigue postergando sin demasiado sostén técnico que lo justifique, ya que las autoridades cuentan a su favor con varias herramientas para evitar que el mercado interno se desmadre (lo que parece ser el temor). En tal sentido, el control sobre los márgenes en los distintos eslabones de la cadena cárnica sería una de las medidas más efectivas, además del hecho -para nada menor- de que, en general, los cortes que van para exportación, no son los de mayor demanda en el mercado interno.