El lado más aterrador del dólar "blue":
El Gobierno entra en zona de turbulencia y las palancas del tablero ya no responden
04/02/2013 Pocos creen que la escapada del paralelo sea sólo estacional. Podrá bajar un poco, pero ahora tiene otro piso. Su cotización es importante ya no por el turismo,
sino por su impacto en las expectativas.
¿El Ejecutivo no quiere domarlo? ¿O no puede porque una parte del instrumental ya no responde?
Muchos empiezan a extrañar aquellos tiempos en los que se le criticaba al Gobierno mantener la economía en "piloto automático", limitándose a disfrutar de los beneficios de la renta sojera y sin tomar medidas de fondo que mejorasen la capacidad de crecimiento del país a largo plazo.
Porque, hay que reconocer, aquella crítica tenía al menos un reconocimiento implícito: si se mantenía en piloto automático era, antes que nada, porque podía hacerse.
Con cierta holgura fiscal, un tipo de cambio que todavía se consideraba competitivo, buenos precios para las exportaciones agrícolas, alta demanda brasileña para la industria argentina y sin problemas energéticos, todo parecía ir "sobre ruedas".
Era como una suerte de feliz inercia, donde no había que hacer nada extraordinario para lograr un crecimiento a tasas chinas.
Qué diferente parece el panorama de hoy, apenas dos años después.
Ahora no sólo resultaría impensado un estilo de gobierno con piloto automático sino que, además, empieza a preocupar algo más grave: que muchos botones o palancas del tablero de comando estén gastados o no funcionen del modo que uno lo requiere en situaciones de turbulencia como la actual.
Esta sospecha comenzó a cobrar vuelo con la disparada del dólar blue y con la revisión de las posibles medidas para resolver el problema.
Fue en ese momento en el que aparecieron las señales de advertencia, en el sentido de que ya era tarde para ensayar las soluciones tradicionales.
Una de ellas, por ejemplo, era premiar a los argentinos que vuelquen su dinero a los bancos. ¿Cómo? dándoles una tasa de interés mayor por sus plazos fijos, como forma de quitarles las palabras "dólar blue" de sus mentes.
Pero, tal como señalan los analistas, esta palanca del instrumental se ve un poco averiada.
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Ya se pasó el cuarto de hora para que la tasa pueda defender al peso, con este nivel de suba del dólar y aceleración", advierte Eduardo Levy Yeyati, ex economista jefe del Banco Central y docente de la Universidad Di Tella.
Peor aun, este experto señala que la tasa de interés de las colocaciones bancarias terminó siendo un incentivo para generar la corrida, "porque la gente se cansó de los rendimientos negativos" y ahora es difícil que se de la causalidad inversa. Es decir, nada asegura que una suba de las tasas revierta la brecha del blue.
Su argumento es que ahora juegan otros factores y que, si no se los resuelve primero, cualquier otra medida será ineficaz.
En el mismo sentido opina el economista Federico Muñoz, para quien un intento de "domar" al blue con una suba de tasas sería una solución "meramente temporaria, si no se ataca a la verdadera raíz del problema: la elevada inflación".
Y, para colmo, la medida de subir los tipos de interés viene asociada a un enfriamiento de la economía, dado que encarece el crédito para empresas y consumidores.
Así lo advierte el consultor financiero Salvador Di Stefano, quien destaca cómo la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, lejos de manejarse con piloto automático ha estado "trabajando a destajo" en las últimas semanas retirando más de $16.000 millones del mercado y estimulando, indirectamente, una suba en las tasas de interés.
Su pronóstico es que ahora domar al blue implica un alto costo. Y mientras más se tarde en hacerlo mayor lo será, en términos de freno en la actividad económica.
¿No devalúes que es peor?
La mayoría de los economistas apuntan a que una solución para calmar la turbulencia que trae el blue es, por ejemplo, atenuar la vocación oficialista por inyectar pesos en la economía.
El razonamiento es que, al haber menos cantidad de dinero dando vueltas, menor será la presión sobre el dólar paralelo.
Pero también aquí aparece otra palanca del tablero de control que ya no funciona del todo bien. Es como si estuviese trabada en la posición "full" sin que se pueda pasar a "intermediate" y menos a "slow".
Para Economía & Regiones, la consultora de Rogelio Frigerio, no disminuirá la tendencia del Gobierno a financiarse con emisión del Banco Central.
"Todo redunda en que la política monetaria tiene cada vez menos grados de libertad y su objetivo principal es monetizar los déficits fiscales. Por ende, todo indica que debemos esperar una aceleración inflacionaria para los próximos períodos", es su pesimista conclusión.
La otra medida clásica en situaciones de turbulencia consiste en hacer subir al dólar oficial más de prisa.
El razonamiento es simple y parece no tener cuestionamiento posible: si lo que alimenta la brecha es el atraso cambiario, entonces una mayor velocidad en el deslizamiento del oficial debería diluir esa percepción y tendría que quitarle presión al "blue".
Sin embargo, también en este caso los expertos señalan que la palanca que permitiría acelerar la tasa de devaluación ya no resulta tan fácil de usar.
Pablo Rojo, ex presidente del Banco Hipotecario, considera que "más devaluación oficial, a un ritmo como el de finales de 2012, empujará al blue aún más para arriba".
Y arriesga que si se cede a la tentación de acelerar la suba del billete verde "tendremos más brecha, no menos, porque una medida aislada sólo empeora las cosas".
"Es claro que la cotización del blue es una muestra cabal del desequilibrio de los precios relativos, el exceso del gasto y los desajustes de la política económica", agrega.
En la misma línea opina el economista Carlos Melconian, al describir cómo, en vez de atacar las causas de fondo, el Gobierno "empezó con una tasa de devaluación equivalente al 8% anual y terminó haciéndolo al 20%, corriendo de atrás a la inflación, con lo cual terminó ampliando la brecha entre ambos dólares en lugar de reducirla".
De todas formas, los analistas le asignan bajas probabilidades a que esto ocurra. En parte por convicción, en parte por razones de conveniencia política.
"En un año electoral el oficialismo no va a hacer grandes correcciones, porque ajustar el tipo de cambio sin antes frenar la inflación es suicida; eso sí es un pasaporte al ‘Rodrigazo'",
es la gráfica advertencia de Javier González Fraga, ex titular del Banco Central.
De hecho, el propio Gobierno, por intermedio de Guillermo Moreno, dio una pista clara en este sentido: la tasa devaluatoria para 2013 será del orden del 20%, para llegar a finales de año con un valor de $6 para el billete verde.
Algunos analistas interpretaron esa declaración como un intento de descomprimir la brecha cambiaria.
Así lo explica Di Stefano: "Moreno le habló al blue. Si el oficial está a $6, una brecha del 40% nos daría un precio de $8,40. Entonces para qué comprar en enero a $7,52. Lo ideal sería vender, colocar ese dinero a plazo fijo y cuando baje la brecha volver a comprar".
Pero si ese era el objetivo oficial, no dio resultado. O al menos no en el corto plazo: a los pocos días de la declaración de Moreno, el dólar paralelo volvió a batir récords, ya cotizando en el terreno de los $8.
La solución que no puede ser
Parece el peor de los mundos. Lo que causó el surgimiento y la disparada del blue ha sido la sensación de atraso cambiario, agravado por las tasas de interés poco atractivas.
Pero si ahora se busca eliminar ambos problemas (haciendo subir más rápido tasa y billete verde oficial) puede que no sólo no se corrijan las cosas sino que empeoren.
Porque el dólar en la Argentina tiene características peculiares: no solamente es un activo de refugio sino que, además, funciona como termómetro del humor social.
Es por eso que se dice que desafía la ley de oferta y demanda, ya que cuando sube de precio el apetito por tenerlos se exacerba, porque es visto como síntoma de que podría haber mayores problemas en la economía.
¿Qué hacer, entonces?
Habría una forma efectiva y obvia de resolver de cuajo la brecha del blue: levantar el "cepo" cambiario, de forma de que el mercado paralelo simplemente pierda su razón de ser.
Es claro que esto hoy es imposible, no sólo desde el punto de vista político sino también desde el económico. Y esto lo admiten hasta los más críticos del "modelo".
Como el polémico y controvertido ex ministro Domingo Cavallo, quien hace dos años había sido el primero en alertar sobre la inexorable llegada de un mercado paralelo con una gran brecha respecto del tipo de cambio oficial, al estilo de lo que en ese entonces ocurría en Venezuela.
Ante la consulta de iProfesional.com argumenta la imposibilidad de desarmar el "cepo".
"Si esta decisión se adopta sin un esquema claro de organización para toda la economía, si no se corrigen de cuajo los muchos desequilibrios que se acumularon durante la última década, el resultado probable es un ‘Rodrigazo'", afirma.
Y agrega: "Sólo un gobierno creíble y con ideas muy claras puede remover ese riesgo".
En tanto, algunos analistas creen que lo que la Presidenta debería hacer es "blanquear" la existencia de un mercado desdoblado, en el cual quienes quieran comprar para atesorar o hacer turismo deban pagar un sobreprecio.
No resolvería la brecha, aunque sí le quitaría presión, porque el mercado funcionaría con más transparencia y se liberaría de su pátina de ilegalidad.
La madre de las batallas: las expectativas
No obstante, otros apuntan a otra solución menos drástica: que el Gobierno intervenga indirectamente en el mercado paralelo, vendiendo dólares cada vez que exista un pico de demanda.
De hecho, se presume que algo de esto ocurrió en los días en que la cotización se planchó, tras haber alcanzado el nivel de $7,55.
"Por lo menos se destrabarían inversiones. Y no sería inflacionario porque ese precio ya se pagó", argumenta González Fraga.
Claro que esta política tiene un costo, porque implica sacrificar dinero del Banco Central.
Y esta es otra de las trabas que se observa en el tablero instrumental. La palanca "quemar reservas" ya no puede usarse para calmar la turbulencia que trae el blue.
"La volatilidad de este precio es muy alta y a mediano plazo su valor dependerá directamente de la obsesión de los compradores potenciales y la propia de las autoridades frente al manejo de las reservas", señala el economista Miguel Bein.
En definitiva, el concepto que sobrevuela todo el análisis sobre la brecha entre el dólar oficial y el blue es el de la confianza del público.
"La brecha y la tendencia del dólar no oficial se convierten en una caja de resonancia del cómo vamos y de las expectativas. Si mejoran, el precio cae. Si empeoran, sube", resume Melconian.
Es por ello que todos los analistas recomiendan a la administración kirchnerista poner el foco en mejorar las expectativas. Algo fácil de decir y extremadamente complejo de hacer en las actuales circunstancias.
Tanto que para algunos no se puede hacer sin un retorno a los mercados internacionales crédito. Otros plantean un cambio drástico de nombres en el equipo económico. Y están quienes, directamente, afirman que no se podrán revertir las expectativas en este período de gobierno.
Más allá de estos debates, hay algo que parece claro.
Se extrañan aquellas "viejas épocas" en las que se hablaba de piloto automático. Aunque se dé la paradoja de que por haber abusado de él (sin aprovechar para resolver problemas de fondo) se haya entrado en zona de turbulencia.
Justo ahora cuando las palancas del panel de control lucen averiadas y muchas ya no responden.
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