01-06-12 | Opinión
Se diluye el modelo productivo
Por Daniel Sticco
Los ruidos que surgieron en el mercado de divisas en la última semana, generados más por acciones restrictivas –que no eran esperadas por empresas y familias– que por una repentina especulación contra el peso, sacaron el foco sobre qué ocurre en la economía real, es decir, con la producción de bienes y de servicios
No sólo en las últimas semanas se observó una clara disminución de los anuncios y actos vinculados con la inauguración o ampliación de la capacidad productiva de plantas industriales, sean automotrices, químicas, o de alimentos y máquinas y artefactos para el hogar, entre otras.
Además, el Indec difundió una batería de indicadores que dieron cuenta de apreciables bajas de la actividad.
Fueron los casos de la construcción, del transporte de carga, e incluso en los casos de las ventas de supermercados y shopping que, a través del artilugio de subestimar la inflación y de ampliar la cantidad de establecimientos consultados sobre cuánto facturan, siguieron creciendo, aunque mucho menos que en abril de 2011 –y, bien medidas, bajaron en cantidad entre 5 y 7 por ciento–.
Además, me llamó la atención que el viernes, en conferencia de prensa, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, sentenciara que "sólo hay una manera de encauzar la heterogeneidad estructural del entramado productivo argentino y devolverle competitividad al modelo industrial de matriz diversificada y popular: la planificación central".
De ahí que se me ocurrió acudir a la serie de Cuentas Nacionales del Ministerio de Economía, para ver cómo se están comportando los generadores de riqueza del país, porque constituyen una señal para quienes están buscando oportunidades de obtener o mejorar su empleo.
Tratando de entender la lógica del Gobierno, supuse que cuando se habla de "modelo productivo" se refiere fundamentalmente a la producción de bienes tangibles, esto es, autos, cemento, artefactos para el hogar, alimentos y bebidas, agroquímicos, combustibles, etc., etc.
En oposición se ubican los "invisibles", como son los servicios, desde la educación, salud, seguridad física y jurídica, hasta el transporte, el comercio, las comunicaciones y el turismo, amén de la actividad inmobiliaria y cultural, y administración de gobierno.
A priori esperaba encontrarme con que los primeros ganaran peso, a partir de la política de tipo de cambio alto y competitivo que conduce al crecimiento de la producción, tanto para el consumo interno como para la exportación, y también al incentivo a producir más para sustituir importaciones, que deberían haberse encarecido, y los segundos perdieran relevancia.
En el subibaja
Mi sorpresa fue cuando al procesar los números con la computadora –¡qué gran invento!– el resultado fue el opuesto.
De una casi constante participación en el PBI de 32,5% de la producción de bienes y 67,5% de la de servicios, entre 1993 y 2007, medido a pesos constantes –es decir, depurado del efecto distorsivo de la inflación, excepto el 2002 cuando fue de 30,4% y 69,6%, respectivamente–, se pasó a una contribución actual de menos 30% y más 70%, en cada caso.
Es decir, el modelo productivo, que incluye el dinamismo en los últimos años de la agricultura sojera, la minería a cielo abierto, la producción de automotores, de biodiesel, y también los desarrollos inmobiliarios, tuvo mayor impulso en los servicios, privados y públicos, como ocurrió en los 90, cuando el incentivo a las importaciones, se dice, "provocaba el cierre de fábricas cada día".
La pérdida de relevancia del agro en el PBI de un rango de más de 5% a 4,3% en la actualidad se explica por el desincentivo a la producción ganadera, no compensada con el boom sojero.
En el sector minero pasó otro tanto: crecieron unos pero cayeron más otros, como petróleo y gas, y en la industria, que perdió dos puntos, el desempeño no fue homogéneo.
Por el contrario, entre los servicios la rama más expansiva fue la del transporte, principalmente de carga, y las comunicaciones, que en conjunto ya representan 12 puntos del PBI, el más alto de la serie histórica, cuando en los 90 no llegaba a 9 por ciento.
El comercio retomó el 14% que ostentaba en 1993 y 1994, tras bajar a un rango de 12% a 13% entre 2003 y 2009. El resto tuvo oscilaciones poco relevantes.
A la luz de esos datos, oficiales, creo que no sería ocioso repasar las medidas destinadas a alentar la radicación de empresas productoras de bienes, sin descuidar, por supuesto, el incentivo a las que ya operan activamente en el país, porque son finalmente las que generan el insumo básico para los proveedores de servicios, sean públicos o privados.
Entre las sugerencias, se me ocurren el replanteo de las políticas tributarias, monetarias y cambiarias, y también financieras, en particular en lo que respecta a cerrar el capítulo del default con el Club de París, porque no sólo abrirá la puerta al crédito internacional, sino también, principalmente, a la inversión extranjera directa, que está ávida de dirigirse a países que mantienen alto potencial de crecimiento.
A partir de ahí, el mayor incentivo tendría que canalizarse al ahorro, que es el insumo que mueve la inversión y la producción, más que meramente al consumo a través de emisión monetaria, que, como se ve, ha favorecido más al transporte y las comunicaciones que al resto de las actividades productivas.
http://www.infobae.com/notas/651065-Se- ... ctivo.html