Gramar escribió:El sistema financiero argento es muy sano. Los bancos ofrecen excelentes tasas de liquidez y no hay posibilidad de descalce de monedas, ya que los verdes son genuínos y sólo se prestan a corto plazo como anticipo de expos. a exportadores; el resto está en Encajes.
Al respecto, agrego un análisis reciente de un economista local (Federico Muñoz) que me pareció bastante equilibrado y explicativo de la situación actual:
Repasemos la dinámica financiera de los últimos meses. La fuga de capitales, crónica desde 2007, se aceleró sensiblemente en el 3T11, período en el que se estima se fueron unos US$ 8.500 millones. El BCRA, proveedor de dólares de última instancia, vio caer sus reservas en nada menos que US$5.400 millones desde fines de junio. Alarmado por la velocidad de la sangría, el gobierno decidió imponer férreas restricciones a la compra de divisas. La medida, lejos de calmar al mercado cambiario, exacerbó los temores del público y gatilló una violenta caída de los depósitos en dólares. Desde la imposición del cepo cambiario, en apenas dos semanas, se estima que se retiraron nada menos que el 10% de las colocaciones en moneda extranjera de la banca local. En el interín, el dólar informal se fue a 5 pesos, 17% por encima de la cotización oficial. Esta rápida descripción de la coyuntura nos permite afirmar sin temor a caer en exageraciones que estamos atravesando una corrida contra el Peso que devino en corrida bancaria (acotada -por ahora- a las colocaciones en dólares). Que la economía argentina esté inmersa en semejante fase de nerviosismo financiero resulta poco menos que inexplicable. Tras casi una década de crecimiento económico record (bien medido, +6,6% promedio anual desde 2003), con extraordinaria performance del mercado laboral, con muy bajas deudas pública y externa; con una banca sólida y mayoritariamente desdolarizada; y todavía con un generoso ingreso de divisas por cuenta corriente, no parece que existieran motivos para semejante nerviosismo. En rigor, frente a toda esta evidencia que da cuenta de una economía sólida y solvente, no podemos ignorar un par de vicios manifiestos que fueron -en última instancia- los responsables de la gestación de las turbulencias: i) el incómodo cóctel que conforman una inflación persistentementealta (negada por el gobierno) con un tipo de cambio casi fijo; conjunción que ha ido causando un fortalecimiento paulatino del Peso y que legitima la alusión a un retraso cambiario; ii) la tendencia a la discrecionalidad y a la arbitrariedad que ha mostrado el kirchnerismo, que se hace especialmente peligrosa en momentos de tensión como el actual, por cuanto hace temer reacciones que vulneren los derechos de propiedad. En otros términos, la economía presenta desvíos macroeconómicos de cierta entidad, pero que de ninguna manera justifican la gestación de una tormenta financiera como la que estamos atravesando. Sólo el temor (a priori, exagerado) disparado por la instauración del cepo cambiario a reacciones intempestivas y extremas del gobierno justifica el nerviosismo. La imagen que transmite la actual coyuntura es entonces la de una crisis auto-infligida. Cristina podría distender rápidamente el escenario financiero con la designación de un nuevo equipo económico que confíe en la gestión macro y no en la fuerza bruta para resolver los problemas. Sin embargo, desde la perspectiva kirchnerista, este enfoque constituiría una claudicación y una derrota en la batalla cultural. El gobierno se jacta de que uno de sus mayores méritos fue haber subordinado la economía a los designios de la política. Dudamos que vayan a abandonar esta premisa en este momento, por lo que el escenario más probable para las próximas semanas parecería ser la continuidad de la escalada de tensión financiera.
Otro comentario interesante de su newsletter me resultó el siguiente:
El análisis de la estructura de los depósitos en moneda extranjera deja algunas conclusiones interesantes: poco menos de la mitad de las colocaciones en dólares son a la vista, en tanto que la mitad de los depósitos a plazo vence antes de fin de año. En otros términos, el stock de estos depósitos es muy líquido y la fuga tiene potencialmente bastante terreno por recorrer si no se regenera la confianza. Por otra parte, sólo US$ 1.150 millones (8% del total) son depósitos superiores a US$1 millón. Vale decir, la enorme mayoría de estas colocaciones pertenecen a depositantes minoristas. Es el chiquitaje el que está corriendo, pese a la tentación oficial a identificar la corrida como un “golpe de mercado”.