Mensajepor inge » Lun Nov 14, 2011 9:06 am
Sigan Así
Eduardo Aliverti
...Esta columna vuelve a versar, en parte, acerca de miradas sobre el barullo con el
dólar. El motivo es la persistencia de una construcción de clima, mucho más que un
estado palpable de datos negativos.
...Consignado el ítem de los yerros que deben facturarse al Gobierno, sobrevienen
apuntes e interrogantes sobre la impunidad con que se expresan medios, colegas y
analistas. Militantes liberales, para ser mansos. Podría refutarse que impunes es una
calificación desacertada o ampulosa, atentos a que el resultado de las urnas les significó
una sanción. Vale. Pero no por eso perdamos de vista que el poder de fuego mediático
se refuerza cada jornada. Que su negocio es la espectacularidad angustiosa. Que
trabajan las veinticuatro horas, no cada dos o cuatro años. Montados en las pifias
oficialistas, llegan a hablar de corralito cambiario; de ambiente recordatorio de 2001; de
que las desventuras de Susana Giménez son una muestra, algo extravagante pero
válida, de ahorristas-rehenes. Entrevistan a todos los economistas y consultores que ya
se equivocaron pornográficamente, una y mil veces, en todos los pronósticos que
dieron (entiéndase a “se equivocaron” como otra concesión amistosa, por supuesto).
No dejan a ninguno afuera. Y los tipos hablan como si fueran la Virgen Desatanudos, y
otra vez explican que debe desregularse a los agentes económicos para que retorne la
confianza. Los que en los ’90 se babeaban con nuestro ingreso primermundista. Los que
felicitaron que Neustadt mostrara un teléfono a cámara para preguntarse si la soberanía
estaba dentro del aparato. Los que amplificaron que sólo el mercado debía determinar
si al país le convenía producir acero o caramelos. Los que apenas por pudor de
circunstancia no siguen afirmando en público que achicar el Estado es agrandar la
Nación. Los que hoy se espantan de la crisis europea e inquieren sobre los grandes
liderazgos políticos desaparecidos, como si no supieran que el origen es haberse
rendido a las sirenas del capital financiero en rol de fin primero y último. Ahora quieren
que la política los salve de su economía; y juran que se rompen la cabeza con el
acertijo de quién parió a Berlusconi, a Sobra el Griego, al inminente De la Rúa español,
al petiso francés, a la enfermera alemana. Pero no pueden ni con su genio ni contra sus
intereses, y entran en contradicciones deslumbrantes. Por un lado ya miran con
alteración eso de los indignados que les cascotean el rancho y las dependencias de Wall
Street. Por otro, firman a dos manos sus recetas de toda la vida. Y para el caso local,
apuestan a que la salida de un eventual cuello de botella financiero consista en volver a
las fuentes. A las suyas. Ajuste, ya se sabe sobre quiénes.
Desde el ya clásico “¿y por qué se alcanzarían resultados diferentes si aplican
siempre la misma fórmula?”, cabe preguntarse si los actores del tremendismo creen
francamente que sus postulados son los correctos. O si es que sus emperramientos
quedan por delante de que al país le vaya bien con este modelo o proyecto. El firmante
apuesta por lo segundo porque, en dos planos, hay realidades que vienen siendo
concluyentes. Una es el cotejo con la Argentina incendiada desde la que se arrancó. La
otra, una oposición patética y partida que acaba de ser arrasada en las elecciones por
-justamente- insistir con un discurso vacío, de mero denuesto. Que pueda no tomarse
nota de esas constataciones, en la medida de que rija honestidad intelectual, es
imposible de comprender como no sea bajo el criterio de la obcecación. En verdad,
mejor sería hablar de la ofuscación de clase. Eso, a su vez, refleja dos cosas. Que este
Gobierno tocó intereses de sectores del privilegio en una proporción no prevista. Y que
sus adversarios mediáticos -la única oposición sobreviviente junto con algunos bloques
dominantes- carecen de mayor inteligencia para enfrentarse a aquello que los
enardece. Joden, pero no pueden tumbar.
Que ambos sigan así.
MARCA DE RADIO, sábado 12 de noviembre de 2011.