El curso futuro de la tasa de inflación es un pronóstico de alto riesgo. Las fuerzas que encendieron el fuego inflacionario en estos años no estarán presentes: en particular, la abundante expansión monetaria para comprar los dólares excedentes del balance de pagos y el boom de demanda alentado por tasas de interés sistemáticamente negativas (es decir, por debajo de la inflación). Pero habrá operando aquí otras fuerzas, económica y políticamente ingratas: la emisión de pesos para financiar al fisco, las mayores expectativas de devaluación, la inercia inflacionaria en las negociaciones salariales y las subas de tarifas de servicios públicos.
Al menos en el corto plazo, la tasa de inflación dependerá de la cinchada entre estos factores contrapuestos. En el mediano plazo, el Banco Central tendrá que acertar con una política monetaria capaz de desacelerar la inflación, sin aniquilar el crecimiento.
Claro que la baja

